Horizontes

 

Cuando H.C.Bresson dijo aquello de «fotografiar es colocar cabeza, ojo y corazón en un mismo eje», acertó de pleno. No solo por aquello de que cuando pones tu mente y alma en algo, estás volcando tu pasión, y eso siempre saca de uno lo mejor, sino porque además, en el caso de la fotografía, cuando alineas mente y alma tu visión se transforma. Esa escena atrapada en tu sensor, ese instante contenido y que has compuesto cuando solo estabas tú en ese aquí y ahora, habla y… en muchos casos te habla a ti.
La Naturaleza es el lugar donde mejor se puede escuchar el Alma. Ese Alma universal que re-conecta con la individual y que te explica sin palabras lo esencial. A veces, una imagen vale más que mil palabras, y en su silencio te serena, esperanza, anima…

Una pequeña cala de la Costa Brava. Una hora temprana con la pequeña desilusión de una luz no esperada… Pero y qué!
Ni siquiera las gaviotas rompían el silencio de una mañana templada. Una roca totémica se imponía, ante un cielo muy compasivo y un mar tranquilo… Hasta demasiado.
Un horizonte roto, poco visible e incluso gris.

Empiezas a observar, siendo consciente que la luz no esperada se convertirá en breve en auténtico desatino. Decides disfrutar esa intimidad entre la pequeña cala, la cámara y tu sentimiento. Fotografías y, poco a poco te olvidas de si no era lo que ibas a buscar. Simplemente te sumerges en esa realidad propia, ausente de todo ruido exterior.
Ya en casa, al visionar, de nuevo revives el momento con esa otra mirada. La del lector que analiza el trabajo realizado, y sobretodo, de la emoción que te despierta.
Una escena muy tranquila, como a veces sientes la Vida. Sin emoción, ni riesgo, ni aventura… Incluso sin conseguir ver claro un horizonte que oriente tu futuro.
Qué hacer? Permitir que la apatía rellene cada poro de tu piel? Aceptar que dificultades obstaculicen tu horizonte? O… quizás mejor ver más allá. Descubrir que rodeando tus pies, un mar verde esmeralda te refresca. Un mar cuyo color solo desprende esperanza y confianza. Un mar que, aunque oscilante, te invita a sumergirte en él y perder el miedo. Entonces la gran roca se alza como un reto. Ves como puedes escalarla, e incluso apreciar su textura. Sentir la libertad que te ofrece cuando te sientas sobre ella y todo lo ves más claro, con más perspectiva, con más aire. Te sientes bien… Poco a poco la fotografía te despeja la mente, te alegra el rostro. Sientes ese cielo cálido y fiable, y un mar lleno de posibilidades. Ese horizonte gris solo es un tramo. Una suave transición que dará paso a la intensidad de momentos llenos de color, contrastes y también… porqué no, ambientes donde el deseo y la realidad se fundan y sean uno, donde cielo y mar se confundan para gritar en su silencio que Todo es posible.

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