A veces hay que tomar decisiones. Participar y arriesgar y… Y vivir. Pero no siempre es fácil. O quizás si lo es, pero el trámite, la actitud … Lo convierte en difícil. Y… Qué lástima!
Estoy equilibrando. Haciendo malabares y observo. Veo a quien si se lanzó… Se tiró a la piscina y le salió mal. Sólo le queda meter la cabeza bazo el agua y esperar a que la suerte cambie… Para bien. veo también a quien le va… Le va y bien! Está como pez en el agua, investigando, dándose a la aventura. Viviendo intenso y libre. Otros comparten experiencias, emociones. Huyendo de la rutina pero en compañía, por aquello de que lo bueno, compartido, siempre es mejor…
Hay para todo. Y qué bien!
Y yo sigo en mi acrobacia, en mi mudo intento de volar hacia una luz que atisbo, que intuyo, pero que se diluye en neblinas con encanto o… encantadas. Apegada a una frágil seguridad, que se tambalea porque la Vida no es quietud, ni cobardía.
Mis alas quieren mover el aire, quieren vibrar y volar. Incluso rallar la extravagancia y arriesgar doble, o triple! Digo! Porque ni siquiera vale ya el lanzarse al charco. Tras tanto pensar, y observar. Tras ese análisis, y ese sentir envuelto en vértigos y dudas… Lo que toca es volar. Y volar alto y al límite. Buscando esa luz envuelta en magia, que te lleva a ese mundo soñado, ese espacio merecido para almas inquietas, aventureras, que dejaron mástiles y echaron millas y millas y …. Cumplieron su sueño.